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CatalunyaCaixa. Informe sobre el consumo y la economía familiar. 2011


27 de abril de 2011

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CaixaCatalunya ha publicado el Informe sobre el consumo y la economía familiar. 


Nota introductoria.

Las economías familiares mostraron en 2010 un claro contraste con la evolución registrada en 2009, en ambos casos condicionada por el impacto de la política monetaria y de la política fiscal, que han distorsionado la vinculación entre renta disponible y consumo durante los últimos dos años. 2009 concentró el grueso de la destrucción de ocupación y de caída de la actividad durante la crisis, reduciendo de forma intensa los ingresos laborales (un 3,8% la suma de la remuneración de asalariados y del excedente de explotación), pero la renta disponible registró un aumento del 1,7% gracias a la fuerte bajada de los tipos de interés, la reducción en el pago de impuestos y el efecto compensatorio de las prestaciones de paro.

Esta situación contrastó con una caída del consumo nominal del 4,1%, con el resultado de una subida de la tasa de ahorro a máximos del 17,9% de la renta disponible. La explicación es que la resistencia de la renta disponible en la fase más severa de la crisis respondió a efectos transitorios, a la vez que caían los ingresos laborales, que son los más vinculados a la renta permanente y a las decisiones de consumo.

2010 mostró una situación inversa, con una caída del 1,8% de la renta disponible y un avance del 4,0% del consumo nominal (1,2% real). Por una parte, la destrucción de ocupación y la caída de la actividad se moderaron notablemente, reduciendo el impacto negativo sobre los ingresos laborales (cayeron un 0,9%) y sobre la propensión al consumo. Pero, por otra parte, la compensación por factores fiscales y monetarios fue de mucha menos intensidad, lo que dio un saldo negativo en la variación de la renta disponible. De esta manera, la tasa de ahorro se moderó en 2010 hasta el 13,0%, nivel parecido al de 2008, pese a que aún se situó por encima del promedio de la fase previa a la crisis (11,1% en el periodo 1999-2007). En el impacto final sobre el crecimiento del consumo es preciso añadir la variación positiva de los precios después de la deflación transitoria de 2009, así como los estímulos vigentes en el primer semestre del pasado año, con la finalización en junio de las ayudas para la compra de automóviles (Plan 2000E) y la subida del IVA en julio, que avanzaron compras de bienes duraderos.

La situación de las economías familiares prevista para 2011 se puede considerar de retorno a cierta normalidad, en el sentido de que la variación de la renta disponible y la del consumo irán en la misma dirección, con aumentos nominales estimados del 2,9% y el 4,1%, respectivamente. En el primer caso, el nivel
de ocupación se estancará este año, mientras se espera el primer aumento del PIB (0,8%) después de tres años de caída. Ambos factores, junto con la actualización salarial que ha supuesto en muchos convenios la inflación del 3,0% el pasado diciembre, presionarán al alza los ingresos laborales (aumento previsto del 2,6%), lo que compensará el mayor pago de intereses y de impuestos. En el caso del consumo, la mejora en los determinantes de la renta permanente, a la vez que la inflación se acelera respecto al año pasado (del 1,8% al 3,2% de media), llevará a una reducción de la tasa de ahorro (1 punto hasta el 12,0%). En cualquier caso, el aumento previsto del consumo real para 2011 (0,9%) es inferior al de 2010, tanto por el drenaje de renta que supone la mayor subida de los precios como la ausencia de los factores fiscales de impulso vigentes en 2010.

Este escenario de referencia está sujeto a mucha incertidumbre. En primer lugar, porque la persistencia en la debilidad del mercado laboral aplaza la recuperación de la confianza de los hogares y, por lo tanto, dificulta la reducción en la tasa de ahorro, a la vez que condiciona una mayor desprotección de los hogares por el agotamiento de las prestaciones de paro. Y, en segundo lugar, porque, en esta situación, más sorpresas alcistas sobre la inflación (a principios de abril el precio del petróleo ha superado los 120 dólares por barril de tipo Brent, máximo desde agosto de 2008) y su traslado en el ámbito del área del euro a los tipos de interés, supondrán un mayor drenaje de recursos, disminuyendo la capacidad adquisitiva de las familias y su propensión al consumo.

Conclusiones. 
La ratio de deuda de los hogares aumentó de forma considerable durante la fase expansiva previa a la crisis, constituyendo hoy una de las principales preocupaciones para la senda de recuperación de la economía española en el medio plazo. El enfoque desagregado incorporado en este recuadro permite diferenciar la aportación de los diferentes componentes de la ratio a esta evolución. Así, el proceso de apalancamiento de los hogares hasta mediados de 2008, cuando la crisis entró en una fase más severa, estuvo explicado fundamentalmente por el encarecimiento de la vivienda y, en menor medida, por cambios en la estructura demográfica de la población, mientras que el efecto alcista sobre la deuda de la mejora de la accesibilidad financiera se vio contrarrestado por la mejora de la renta disponible de las familias. Cabe decir, en cualquier caso, que precisamente la mejora de la accesibilidad financiera mucho tuvo que ver con el fuerte encarecimiento de la vivienda. Y respecto a los efectos de la crisis financiera, la disminución del porcentaje de hogares endeudados y del valor real de la deuda expresan las restricciones al crédito surgidas en este período, al tiempo que el proceso de desapalancamiento se ve dificultado por el alto valor y elevados plazos de la deuda contraída en la fase expansiva, así como por el deterioro en la evolución presente y esperada de la renta disponible de las familias. Estas conclusiones no son, en cualquier caso, incompatibles con un escenario de progresivo acceso al crédito por parte de nuevas familias endeudadas, que alcancen edades de formación de hogares y que puedan apalancarse con precios de la vivienda más moderados que años anteriores. Para ello, sin embargo, será necesario trascender al exterior la visión de que el proceso de elevado apalancamiento de los hogares en España ha estado asociado a una generación de familias que ha enfrentado un encarecimiento excesivo de la vivienda, pero que una gran mayoría de hogares endeudados, actuales y futuros, constituye una fuente solvente de demanda de crédito.
 


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